Del carbón al conflicto: la jugada de Trump que enfurece a China y Europa

La reciente decisión de Donald Trump de firmar varios decretos para reimpulsar el uso del carbón como fuente energética clave en Estados Unidos ha encendido un debate internacional. Europa, preocupada por los posibles efectos económicos y ecológicos, se ve entre la espada y la pared. China, por su parte, no ha tardado en responder con nuevas barreras arancelarias. Lo que parecía una estrategia interna de política energética se está convirtiendo en un detonante de tensiones comerciales y geopolíticas.
Un paso atrás hacia el carbón: ¿movimiento audaz o retroceso?
El expresidente y actual candidato Donald Trump ha vuelto a desafiar el consenso internacional sobre el medioambiente con una serie de decretos que reactivan plantas de carbón y promueven nuevas explotaciones mineras. Según sus declaraciones, el objetivo es devolver a Estados Unidos la “independencia energética” y crear empleos en sectores que ,bajo la administración Biden, habían sido desplazados por las energías limpias. Esta jugada tiene múltiples aristas y ha dividido la opinión pública. Por un lado, Trump se apoya en las regiones carboníferas tradicionalmente republicanas, revitalizando su discurso nacionalista y pro-industria. Por otro lado, ignora la presión de los expertos climáticos y las directrices del Acuerdo de París, al que ya renunció durante su anterior mandato. Los nuevos decretos:- anulan restricciones a la contaminación
- eliminan incentivos a las renovables
- priorizan el uso interno del carbón sobre las importaciones de gas natural o petróleo
Europa en jaque: ¿compra más energía o impone límites?
Desde Bruselas se observa esta nueva etapa trumpista con una mezcla de alarma y cálculo estratégico. Según fuentes recogidas por Bolsamanía, la Unión Europea podría aumentar sus compras de energía a Estados Unidos como forma de evitar nuevos aranceles o represalias comerciales por parte del expresidente si llegase nuevamente al poder. Esta medida sería contradictoria con los planes climáticos europeos, pero podría verse como un mal menor ante la amenaza de una guerra comercial. El dilema no es simple. Por un lado, depender de un socio poco predecible como Trump para el suministro energético podría poner en jaque la autonomía energética de la UE. Por otro, prescindir de Estados Unidos podría implicar tensiones comerciales con consecuencias directas sobre sectores clave como el:- automóvil
- acero
- tecnología
China no se queda de brazos cruzados: responde con más aranceles
La tercera pieza de este nuevo ajedrez energético la mueve China, que ha decidido elevar los aranceles a productos estadounidenses en respuesta a las recientes decisiones de Washington. Según informa ABC, Pekín ha incrementado los aranceles hasta un 125% sobre algunas mercancías, como clara represalia ante las políticas energéticas y comerciales de Estados Unidos. Lejos de ser un conflicto bilateral aislado, la medida impacta directamente en el consumo de energía y ahorro en luz y gas a nivel global. Este contraataque se interpreta como un:- mensaje claro de fuerza
- intento de frenar la hegemonía comercial de EE. UU.
- gesto de reafirmación del liderazgo chino
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